miércoles, 31 de marzo de 2010

Crónicas de un viaje anunciado

Al momento de comprar mi pasaje hacia el intercambio, uno de los puntos importantes fue el pasaje de vuelta. Tras un momento de cavilación, pensé que el primero de marzo sería la fecha perfecta por muchas razones. Por un lado, está el que me dejaría, por lo menos, una semana de descanso antes del viaje de vuelta y, dado que no estaba seguro de cuándo comenzaba las clases del siguiente semestre, no es mala opción el volver en los días en que estadísticamente comienza el año académico, aunque sean un poco justos.

Lo que nadie esperaba, es que un fuerte terremoto, cuya noticia dio vuelta al mundo tan rápido que me enteré de él por una amiga, llamada Lotta, que vive en Finlandia (una de las amistades cultivadas en el intercambio). Ese terremoto derrumbó el segundo piso del aeropuerto internacional de Santiago,  impidiendo a los que viajan por líneas diferentes de Lan Chile llegar al país por ese medio, que es el medio por el que yo volvía, a través de líneas aéreas TAM (brasileña).

Al llegar a Frankfurt, tras el largo viaje de una hora y media desde Offenburg (en tren ICE, el InterCity Express, en los trenes regionales la duración es de cerca de 4 horas o un poco más, y con muchos transbordos), debo esperar cerca de dos horas hasta que comenzaran a atender en el aeropuerto en el puesto de TAM, todo para darme la fatídica noticia: no puedo llegar a Santiago por medio de TAM, ``la'' opción vendría a ser llegar a Buenos Aires y de allí, por medio de la caridad llegar a Chile, ya que, por desgracias de la vida, mi gran presupuesto ascendía a US$8 más 5€... no es que se pueda hacer mucho con ello, de cualquier forma. Menos en el aeropuerto.

Tras muchas cavilaciones sin saber qué demonios hacer en mi situación, decidí hacer algo suicida (no, no maté a ningún suizo), y me puse a la cola (por tercera vez, no explicaré todas las vueltas que tuve que darme hasta llegar a este punto), y mientras esperaba para cambiar los pasajes, una de las encargadas se acercó a todos los pasajeros que esperaban a preguntar quiénes iban a Santiago, para dar la información de que lograron que, mediante su acuerdo con Lan Argentina, nos enviaran a Mendoza. Bien, esto está más cerca de la salvación y del destino, pensé.

En resumen, el viaje... Primera escala: Sao Paulo, aeropuerto internacional cuyo nombre no recuerdo ahora. Un aeropuerto horrendamente grande. Si no me equivoco, llegamos por la puerta 20 y poco, o algo así, mientras que, tras averiguar durante un tiempo no despreciable (estres considerable incluido), el que partía a Buenos Aires lo hacía por la puerta 4b... al otro lado del ``pequeño'' aeropuerto.

En argentina... por si no lo creen.




Segunda escala: Buenos Aires. Averiguando, descubrimos (al final, nos reunimos un trío extensible a cuarteto y posterior sexteto de viaje) que tendríamos que cambiarnos de aeropuerto, desde el internacional, al nacional de Buenos Aires, y desde aquel tendríamos que viajar a Mendoza.


De improviso nos vimos atravesando la capital transandina en un taxi, pagado por la empresa, que amablemente nos llevó por la avenida principal de la ciudad, haciendo algo de turismo improvisado. Son gente muy amable los argentinos, mientras los brasileños a duras penas hablan inglés, al menos en el aeropuerto... algo bastante cuestionable, si consideramos que hay gente de todas las nacionalidades que llegan allí.

El obelisco chévere

Vista a través de la ventana del aeropuerto nacional en Buenos Aires

Una vez en Mendoza, descubrimos que Lan y el consulado de Chile se asociaron para llevarnos a los muchos pasajeros estancados en Argentina en buses hasta el Terminal Sur de Santiago. Así que esperamos un rato, hicimos unas últimas colas, y nos encontramos en el extenso viaje de 9 horas o así de vuelta a Santiago. Una hora detenidos en la Aduana del paso Los Libertadores, y luego, dormir y ver el paisaje nocturno de la vuelta al país... rocas caídas en el paso después del movimiento de los suelos.

Finalmente, llegué a casa, con 3 timbres en el pasaporte, en lugar de sólo 2, como era lo que esperaba y lo esperable...

La Cordillera de los Andes vista desde el otro lado

Extraños rumbos los que lo llevan a uno por el mundo... un día estás en Alemania y al siguiente, en Argentina... todo para terminar al siguiente en Chile... 18 horas más tarde de lo planeado.

Puede que en un futuro incluya las apreciaciones personales de lo que pasó más que lo que pasó per se.

No hay comentarios: