Estando mi hermano de visita por el fin de semana, lo fui a dejar al terminal de buses y antes de que lo abordara, habiendo tiempo y teniendo yo hambre, lo invité a un sándwich en uno de los locales del terminal. Tras dudar un poco entre si pedir promociones con café o té que nos acalorarían, en lugar de bebidas heladas, más ad hoc con el calor que aún hace a las ocho de la tarde en esta época en Viña del Mar (al menos, nosotros estábamos muertos de calor), nos decidimos y, en particular, yo pedí un sandwich consistente en una croqueta de pollo, tomate, lechuga y mayonesa. Como no me gusta la mayonesa, lo pedí sin mayonesa. Tras pagar, me pregunta la cajera,
- ¿Cuál es el especial?
- El de la croqueta - respondo.
- Sin tomate, ¿cierto?
- Sin mayonesa.
Tras lo cual, procede a dar la instrucción al que preparaba los sándwiches. Luego, nos acercamos al mesón de atención, donde esperaríamos nuestra orden. Cuando nos toman el pedido, quien atendía me pregunta,
- ¿La croqueta sin tomate?
- Sin mayonesa - respondo, nuevamente.
Y le aclara al que preparaba, que insiste en que le dijeron sin tomate.
Esperamos pacientemente unos minutos y nos entregan nuestro pedido. Nos vamos a sentar con mi hermano, mi estómago rugiendo y desenvuelvo el sándwich. Tenía mayonesa.
Y también tomate, por lo demás.
lunes, 9 de marzo de 2015
Sin Mayonesa
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